martes, 23 de junio de 2020

Calmando la tormenta en mi interior

Él se levantó y reprendió al viento y a las tormentosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma.

Lucas 8:24


Vamos a leer esta historia juntos...

          "Cierto día Jesús les dijo a sus discípulos : "Crucemos al otro lado del lago". Así que subieron a una barca y salieron . Mientras navegaban ,Jesús se recostó para dormir una siesta . Pronto se desató una tormenta feroz sobre el lago. La barca se llenaba de agua y estaban realmente en peligro . Los discípulos fueron a despertarlo : "¡Maestro! ¡Maestro!¡Nos vamos a ahogar!" gritaron . Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y a las tormentosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma". Lucas 8:22-25

Los discípulos eran pescadores, hombres conocedores de aguas,  y sí la escritura menciona que estaban en peligro, pues lo estaban. 

Estoy muy consciente que en cualquier momento se puede desatar una tormenta en mi interior, donde literal y figurativamente siento que mi alma corre peligro...

Ante el más mínimo viento o brisa  de depresión, de tristeza, de desánimo, de amargura ... corro a Jesús a pedirle auxilio, siempre lo voy a necesitar, estoy muy consciente de eso. 

He sido muy emocional y anímica siempre, y siempre he estado consciente de eso, sólo que hasta que conocí a Cristo supe que tenía esperanza; antes no.  

Hoy por hoy, más que nunca estoy convencida que sí se puede estar estable emocionalmente, que no tenemos porque dejarnos arrastrar por las emociones para después estar lamiéndonos las heridas en una actitud de autoconmiseración. Y anhelo fervientemente eso y sé que es posible porque el Espíritu Santo me ayuda siempre. Estoy de acuerdo con Él y coopero de manera intencional para "florecer". 

He visto avances en mi vida, pero todavía me falta mucho, sin olvidar que es un proceso que dura toda la vida;  el apóstol Pablo dijo: "...pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y asi avanzo..." Filipenses 3:13-14 . Es decir pongo mi fuerza en mi avance y no en lo que no he logrado aún.

Si Jesús calmó los vientos y las olas de una fuerte tormenta que se desató sobre un lago cuando los discípulos corrieron a Él , cuanto más calmará la tormenta que se desata en nuestro interior.

¡Ve! ¡corre! ¡Él nunca duerme! Grita,  si es necesario como  lo hicieron los discípulos -Señor, ¡Sálvame que me ahogo! Él ni duerme, ni se adormece, al contrario está vigilante sobre nuestras vidas. 

Recuerda que cuando Él da una orden ¡hasta el viento y las olas le obedecen!

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